martes, 9 de abril de 2013

Más allá de la automatización de tareas y actividades.


Las implementaciones de TI, no ha resultado en los aumentos de productividad, competitividad y eficiencia de negocio y operacional esperados y predichos por los expertos y grandes vendedores del sector TIC en los últimos años. ¿Estoy tirando piedras contra mi propio tejado? no lo creo, considero que ha llagado el momento de la racionalización a este macro sector. Si queremos que las empresas pagen por productos y servicios tecnológicos, debemos también jugar con las mismas reglas que operan en el resto de sectores, y ofrecer medidas de resultados, cumplimiento de tiempos, costes y presupuestos y adecuación de los productos y servicios a lo que el cliente demanda (sea esta demanda la automatización de una determinada tarea o la consecución de unos determinados objetivos organizacionales).
A través de las TIC hemos automatizado todo lo que hemos podido en las empresas y organizaciones: facturas, pedidos, ventas, workflow, gestión documental, etc, pero automatizar algo no resuelve los problemas de ese algo, sólo ayuda a que ese algo ocurra más rápidamente. Bill Gates, el gran apologista de las TIC, ya lo dijo: “La primera regla de cualquier tecnología es que la automatización aplicada a una operación eficiente magnifica su eficiencia. La segunda regla es que aplicada a una ineficiente la hará más ineficiente.
Durante estos años hemos aplicado tecnología del siglo XXI en organizaciones del siglo XIX. Con la automatización hemos resuelto el problema en tareas o actividades de negocio, pero no en los procesos que se han mantenido inmutables en las organizaciones durante décadas, de alguna forma pensamos: “bueno, igual no son muy eficientes, pero funcionan y lo llevan haciendo durante años” ¿para que vamos a cambiar algo que funciona? ¿por qué los procesos de negocio se ven como algo sagrado e inmutable que nadie se atreve a tocar ni repensar? y entre tanto, vamos automatizando tareas de forma aislada y desconectada del resto de la organización, sin atrevernos a abordar en ningún momento los procesos de negocio realmente importantes de la empresa, a repensarlos, analizarlos, compararlos con los de nuestra competencia para de todo ello extraer la inteligencia de negocio y operacional que necesitamos sin que nos asusten las conclusiones que podamos extraer.
Entre tanto, decía, los directivos implementamos tecnología, nos dejamos vender tecnología por terceros, porque de esta manera nos quedamos más tranquilos: no tenemos que hablar de las personas que están detrás de la tecnología (y que realmente son las que van a marcar el éxito o fracaso de la misma), ni de los procesos (auténticos activos de la empresa que son los que en última instancia generan dinero para la empresa). Contrato el proyecto (pago por él), me desvinculo del proyecto (quiero los resultados) y dejo a la empresa (que muchas veces sólo vende su paquete software y se desvincula de la visión, misión estrategia y objetivos de la empresa) y a la gente (nuestros empleados), que se las compongan con los distintos problemas que aparezcan. Visión idealizada de lo que quiero frente a la realidad de lo que he contratado.

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